martes, enero 13

desordenada

todo queda fuera de su lugar, los platos no reposan en su lugar, ni la ropa, ni los poemas... por la esquina de la puerta hay un viejo tornillo, pequeño. ahí en la barra está medio corazón y rastros de pulmones, una camiseta en el baño y un par de tenis a la entrada de la recámara, los libros en el respaldo del sillón. desorden elemental de ser vivo
¿quién querría un hábitat clorado y con el orden preciso de una cirugía? tal vez alguien. yo no.

hay otros ordenes que me agradan más; los que tienen los zapatos desabrochados por gusto, acomodar en diferente dirección las cosas, poner un monito arriba de una mesa y después dejarlo caer, una calaca mirando por la ventana y después sentada en el teclado de la pc, comer desayuno, bañarse cada día a hora diferente. y dormir, dormir de vez en cuando hasta media tarde.

entrar en los pantalones y salir de ellos. leer y leer, mandar al diablo a las palabras quisquillosas haciéndose las desconocidas cuando me acerco a ellas, dejar dentro de un libro una fotografía. el desorden de estar viva. una copa de vino, las velas escurriendo, el dolor. fcr

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