La conciencia a macerar
el odio la manifestación más cruda del dolor,
la rabia laimpotencia
la necesidad, la tristeza
el odio falda de patoles, pantalón con pinzas
el odio que corroe
se estampa en la lengua
maldice con los dientes apretados
enjabona la espalda
y patea la televisión
el odio violencia de alma
el odio aterrado preso en los vellos del brazo
el odio mostaza sobre camisa blanca
el odio avinagrado en tus papilas
el amor enfermo
estabilizate
comprime
duerme
el odio sollozando sobre tu hombro
animándote al olvido
te previene que el pasado no se repite
y los huesos rotos
nunca serán iguales
fcr
sábado, enero 9
domingo, noviembre 29
En memoria del poeta Antonio Mejía
Fotoespada me mira desde la pared.
Desde hace rato que quiere salir del papel,
un precario poema, enfermo, con la pupila dilatada.
Desde hace rato que no habla, quiere un trago
quiere que lo lleve a pasear
que le de una tarde entera para descansar sobre mi pecho.
El poema enfermo
sin ritmo cardiaco, sin altanería, ahí doblado
sin fuerza, sin una palabra que diga lo que imagina.
Qué se restrieguen en su sábana los eróticos
abrumen al cielo los selváticos
murmuren en paz los conceptuales
hermético mí, hermético de pupila dilatada
ya no te enfurezcas contra la nada.
Aquí cactus aquí desierto
aquí mar biznaga, chamizo
tinto pelón
Aquí poema de higo y estocada de palabra.
Fotoespada me mira desde la pared
blanca inquebrantable
merodea el sueño
y se deja escribir
en el lomo:
enojosnegros vive el fuego.
Fotoespada me mira desde la pared.
Desde hace rato que quiere salir del papel,
un precario poema, enfermo, con la pupila dilatada.
Desde hace rato que no habla, quiere un trago
quiere que lo lleve a pasear
que le de una tarde entera para descansar sobre mi pecho.
El poema enfermo
sin ritmo cardiaco, sin altanería, ahí doblado
sin fuerza, sin una palabra que diga lo que imagina.
Qué se restrieguen en su sábana los eróticos
abrumen al cielo los selváticos
murmuren en paz los conceptuales
hermético mí, hermético de pupila dilatada
ya no te enfurezcas contra la nada.
Aquí cactus aquí desierto
aquí mar biznaga, chamizo
tinto pelón
Aquí poema de higo y estocada de palabra.
Fotoespada me mira desde la pared
blanca inquebrantable
merodea el sueño
y se deja escribir
en el lomo:
enojosnegros vive el fuego.
miércoles, noviembre 4
domingo, septiembre 13
heridas
llegué con tres heridas, una en un dedo del pie izquierdo, otra en el anular de la mano izquierda y una en la rodilla derecha.
llegué con tres heridas a la esquina de mi casa, tres perros negros, y la mirada inquisidora de un pordioceroo recostado frente a la ventana de mi casa.
no tengo perro, ya no tengo gato, y los grillos entran cada que abro la puerta de la casa.
no tengo perro ya no tengo gato y los grillos esperan a que abra la puerat de la casa para entrar.
los mato, no lo puedo evitar. no es odio a los insectos, no tengo historia apabullante contra el grillo cantor. simplemente donde brinco yo no puede haber más grillos.
mis tres heridas me duelen, la del pie al pisar, la de la mano al escribir. lavar, cualquier cosa que haga se me engancha la uña, doblo la pierna y la rodilla abre su herida y vuelve a doler.
la del pie me tropecé con el tapete de la casa, la del anular me corté con un cutter y la de la rodilla me di con una mesa de la marcheta, y luego otra vez al caer de la escalera de la casa mi rodilla dio con el filo metálico de un escalón
no tengo más animales en casa que una desordenada fila de hormigas y un grillo muerto, bueno. seguro que por ahí anda una araña o más.
respiro
llegué con tres heridas, una en un dedo del pie izquierdo, otra en el anular de la mano izquierda y una en la rodilla derecha.
llegué con tres heridas a la esquina de mi casa, tres perros negros, y la mirada inquisidora de un pordioceroo recostado frente a la ventana de mi casa.
no tengo perro, ya no tengo gato, y los grillos entran cada que abro la puerta de la casa.
no tengo perro ya no tengo gato y los grillos esperan a que abra la puerat de la casa para entrar.
los mato, no lo puedo evitar. no es odio a los insectos, no tengo historia apabullante contra el grillo cantor. simplemente donde brinco yo no puede haber más grillos.
mis tres heridas me duelen, la del pie al pisar, la de la mano al escribir. lavar, cualquier cosa que haga se me engancha la uña, doblo la pierna y la rodilla abre su herida y vuelve a doler.
la del pie me tropecé con el tapete de la casa, la del anular me corté con un cutter y la de la rodilla me di con una mesa de la marcheta, y luego otra vez al caer de la escalera de la casa mi rodilla dio con el filo metálico de un escalón
no tengo más animales en casa que una desordenada fila de hormigas y un grillo muerto, bueno. seguro que por ahí anda una araña o más.
respiro
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