presidiario
maltendido a la hora de los abrazos
reniego con la boca torcida
con las tripas entrampadas
qué lo domestiquen a uno
que no arrebate
en la mordedura salvaje
que no me tienda luego al sol
royendo un hueso
o rascarme el lomo
cautivo
de la señales
cautivo
de la voluntad ajena
sobrevivo rompiendo papeles
y arriesgando mi mandíbula
con palabras desconocidas
reniego con la lengua morada
y el hígado destartalado.
por la domesticación de los instintos
(con café aún en vibrante en la boca )fcr
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