enciendo la cámara
una luz morada me alumbra las imágenes
raptadas por mis ojos
los cuerpos en movimiento
con su arnés de huesos
fluyen por las banquetas
egoístas silenciosos
rascandose la cabeza
los zapatos cubiertos de polvo
y la pasión enterrada en la cadera
la sombra de un olivo
las gitanas enseñando sus senos
el cenicero lleno de colillas blancas
los cuatro labios humedos
óptica desordenada de la fiera carne viva.
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